Seguro que conocéis la historia. Un marinero inglés va en un barco portugués y este barco naufraga. El marinero es el único superviviente y acaba varado en una isla en la que estará la tira de años.
Su nombre, lo sabes, es Robinson Crusoe, y su creador, también lo sabes es Daniel Defoe. Pero, claro, Robinson Crusoe no existió, pero su autor se inspiró en una serie de personas reales para construir su personaje. Uno de ellos, el principal, es Alexander Selkirk.
Os cuento la historia, la real, la de verdad.
Corría el año 1704 cuando los barcos corsarios Cinque Ports y St. George cruzaban el Cabo de hornos. Allí tuvieron algo más que unas palabras con un barco francés, dejando las naves un poco destrozadas. A raíz de ello, los capitanes de los barcos tuvieron una discusión y acabaron siguiendo caminos diferentes: El Cinque Ports siguió rumbo a un archipiélago deshabitado llamado Juan Fernandez, mientras que el St. George continuó su viaje original.
Al llegar al archipiélago, Thomas Strading, el capitán del Cinque Ports decidió atracar en la isla más cercana a la costa, llamada Más a tierra, para aprovisionarse.
¡Señoras y señores! ¡Con todos ustedes...! ¡El señor Alexander Seeeeelkiiiirk! |
Y aquí es dónde entra en escena nuestro amigo Alexander Selkirk, uno de los marineros del Cinque Ports. El barco había quedado seriamente dañado en su encuentro con el barco francés y, además, una tormenta, se había encargado de cargárselo un poquito más.
Selkirk se negó a subir al barco hasta que no lo hubieran arreglado y Strading tampoco se lo pensó mucho. Le dio sus efectos personales, una Biblia, un cuchillo, un arma y otros utensilios y le dijo: ”Ahí te quedas, colega”. Y se marchó con sus hombres en su barco que se caía a pedazos, dejando a Selkirk solo en una isla desierta. En realidad fue una mala decisión, porque el Cinque Ports acabó hundiéndose poco después.
Daniel Defoe escribió que Robinson Crusoe pasó 28 años en la isla. En realidad exageró. Alexander Selkirk estuvo “solo” durante cuatro años y pico. En esos años, Selkirk sobrevivió leyéndose a sí mismo la biblia y cazando cabras salvajes para alimentarse y vestirse. También fue capaz de amaestrar algunos felinos que había en la isla para protegerse de las ratas que mordisqueaban los pies mientras dormía. Un tipo listo, el señor Selkirk.
El señor Selkirk (o Crusoe) con sus cabras y sus felinos. |
Por cierto, en esta historia no existe Viernes, ni había caníbales en la isla. Eso fueron elementos que Dafoe añadió a su novela.
Finalmente, por fin, un barco inglés llegó a la isla y Selkirk pudo ser rescatado. Para ese entonces, casi había perdido el habla y se negaba a volver a la civilización.
Pero lo hizo, y su historia llegó a oídos de Daniel Dafoe que, junto a las historias de otros náufragos, se documentó para escribir la más famosa de las novelas de aventuras: Robinson Crusoe.
En realidad, la historia ha sido muy injusta con Alexander Selkirk. Fue él el que paso cuatro años en la isla; fue él el que pasó las penurias pero, sin embargo, el nombre de la isla pasó a ser más adelante Robinson Crusoe, en honor del personaje que él mismo inspiró, dejando para él otra isla, más pequeña y menos conocida, en la que no puso nunca un pie.
Cosas de la vida, supongo.
Pues hasta aquí mi entrada de la semana. Pido disculpas por haber estado tanto tiempo perdido, pero las circunstancias son la que son. Pero bueno, ya he vuelto, y si te ha gustado la entrada, te agradecería que la compartieras y, por supuesto, si quieres comentar algo, aquí abajo tienes la sección de comentarios para quedarte a gusto.
Por mi parte, me voy a seguir escribiendo, que las novelas no se escriben solas (si fuera así, que aburrimiento ¿no?)
¡Saludos, Eternos!
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