Esto es Independence Day |
Decía Stephen King que sus novelas eran a la literatura lo que el Big Mac a la comida. Y no le faltaba razón. Puede que un Big Mac no esté tan elaborado o sea tan llamativo como un plato de un restaurante de cuatro tenedores, pero nadie puede negar que está bueno.
Ser un Big Mac no es malo. Al contrario. Solo es otro tipo de comida, de más fácil consumo quizás, pero rico al fin y al cabo. Y, aunque no lo creáis, hay gente que prefiere comerse un Big Mac a un Solomillo relleno de foie con reducción de vino del Montsant (sea lo que sea eso, lo acabo de buscar por internet). Lo que quiero decir es que un Big Mac mola, aunque a los sibaritas de la gastronomía les duela.
Pero vamos a dejar de hablar de comida que me está entrando hambre y son las diez de la mañana todavía. Todo esto viene a cuento del trailer de la segunda entrega (ya era hora, joder) de Independence Day. Voy a pasar por alto el subtitulo que le han puesto en España (¿Contraataque? ¿En serio? ¿Qué vamos a ver? ¿Una película de sobremesa de las cutres?). He leído comentarios de gente que no está de acuerdo con que se haga esa película. Tengo una noticia para ellos. La han hecho. Y, además, a Emerich y compañía les importa un pepino si estáis de acuerdo o no. Es SU historia, SU película y vosotros ni pincháis ni cortáis. Así son las cosas. Por cierto, aquí os dejo el trailer en castellano.
Aquí hay que tener en cuenta varios factores. El primero de ellos es el propio concepto de la película. ¿Creéis que el guionista de Independence Day se levantó un día por la mañana y pensó que quería ganar un Oscar al mejor guión? ¡Qué va! Los guiones de este tipo de películas son una mierda, y los guionistas lo saben. Tampoco buscan otra cosa. Estas películas son películas palomiteras, llenas de explosiones, algo de coña y mucha acción. El guión es lo de menos. Son películas para pasar el rato, igual que las novelas de Stephen King, Clive Cussler o Dan Brown. No busquéis más en ellas porque no vais a encontrar nada. No es su objetivo.
El otro factor, y quizás el más importante, es el factor humano. No debemos olvidar que detrás de esas películas o libros que vemos o leemos hay personas. Personas que se han llevado su curro para hacer eso que tú vas a disfrutar (o no). ¿Y si a Emerich le apetecía volver al universo de Independence Day? ¿Quién eres tú para decir que no lo haga? ¿Quién eres para quejarte de que lo haya hecho? Que yo sepa nadie nos pone una pistola en la cabeza y nos obliga a ir a ver una película. Si no te gusta, pues no vayas.
Yo, como autor, escribo novelas de fantasía y ciencia ficción, pero... ¿y si un día me apetece escribir una novela romántica que se desarrolle en el Siglo de oro español? La respuesta es fácil: la escribo y punto. Si a mis lectores les parece un error, pues que no compren el libro. Ya compraran el siguiente, que será de fantasía. O no.
Pero el caso es que pasa lo mismo en casi todos los ámbitos: la literatura, la música, el cine... No le damos libertad a los creadores para que hagan lo que les salga de las narices. Es su vida, su dinero (o el de los productores), que se lo gasten en lo que les de la gana. Ya decidiremos nosotros si nos gastamos el nuestro en ver, leer o escuchar sus obras.
¿Y a qué venía lo del Big Mac? Pues a que el Big Mac y el cine palomitero molan,
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