Debo reconocer que Silvester Stallone nunca me ha llamado la atención, ni él como actor ni las películas que hace. Ni he visto la saga de Rocky, ni la de Rambo. Por eso, el sábado pasado estaba reacio a poner en mi DVD la película que tanto ha dado que hablar en los últimos años: Los mercenarios. Vale, lo reconozco, en público. Craso error. Pero no ponerla, no. El error es no haberla visto antes. Disfruté tanto viendo la primera aventura de este grupo de inadaptados que en dos días me fulminé la trilogía entera.
La verdad es que, aparte de tener tanta estrella del cine de acción en una sola película, la saga de Los Mercenarios no tiene nada de especial. Y es precisamente por eso por lo que me ha gustado. Son películas que no se toman en serio ni a sí mismas. Están haciendo una chorrada, y lo saben, y lo disfrutan. Y eso forma parte de su encanto.
Hay explosiones, peleas, tiros, sangre (sobre todo en las dos primeras) y guiños, muchos guiños a sus actores (He vuelto, dice Schwarzenegger tras entrar en la mina con el tractor). Por no hablar de apariciones estelares como la de Chuck Norris en la segunda entrega, que aparece así por toda la puta cara, solo por salir en la película, y luego se va… para volver a aparecer de repente en la escena final. Así, sin ninguna explicación. Eso sí, dejando tras de sí diálogos épicos como el de la serpiente y destruir él solito un ejercito de casi cincuenta hombres (y está en baja forma, dice el tío).
Mención aparte merece la tercera entrega con un personaje que a mi, personalmente, me ha encantado. Hablo de mi paisano Antonio Banderas, que hace una interpretación cojonuda de un tío que va acelerado por la vida. No para de hablar el cabrón, llegando a poner de los nervios, no solo al bueno de Sly sino también al espectador. Es sin duda, uno de los puntos cómicos de una tercera parte que, vale, no tiene sangre, pero tiene a Ford, Stallone, Gibson, Snipes, Lundgren, Sthatan, Li, Schwarzenegger…
En definitiva, si queréis desconectar el coco, echaros unas buenas risas y revivir aquéllos maravillosos ochenta mientras veis explosiones, testosterona, sangre y tiros, no podéis dejar pasar una saga que, si bien no pasara a la historia del cine, al menos nos permite pasar un buen rato.
Esperando Los mercenarios 4. Ya.
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